Los museos siempre han sido espacios de exploración, conocimiento y asombro, pero con la estandarización y cada vez menor costo de nuevas tecnologías de proyección, iluminación, materiales y construcción, un concepto ha cobrado mayor fuerza que otros en las últimas décadas: inmersión.
La inmersión es una práctica museográfica que se define por su capacidad de “transportar” sensorialmente al visitante a otro tiempo o espacio mediante la reconstrucción o replicación de un contexto particular, creando un mundo nuevo dentro del museo para lograr una experiencia más dramática, enriquecedora y atractiva que permita al mensaje llegar con más fuerza.
Hoy te compartimos los 3 métodos principales de inmersión en museografía y cómo pueden aplicarse a tu espacio.
Copia fiel
El modelo de copia fiel, también llamado exógeno (es decir, traído del exterior), se refiere a la construcción de un espacio que se suscriba con tanta precisión como sea posible a las características y reglas de un contexto real.
Hablamos, por ejemplo, de la replicación de una selva tropical donde el visitante se “adentra” en este espacio dentro del museo, y convive con vegetación, suelo, temperatura y otras experiencias sensoriales que se asemejen a esa selva tropical. Para esto puede recurrirse a elementos auténticos como plantas o árboles reales o bien a réplicas exactas de ellos.
Otro ejemplo es un sitio de excavación paleontológica donde los visitantes puedan apreciar los diferentes niveles de excavación y las herramientas utilizadas “como si estuvieran ahí”.
El objetivo no es que cada elemento del espacio en sí mismo sea una representación 100% fiel, sino que, en suma, todos ellos construyan un contexto que se asemeje a aquel que se quiere representar en una escala humana.
Mundo creado
Contrario a la copia fiel, el mundo creado representa un espacio que nunca ha existido y cuyo objetivo es llevar al visitante a una experiencia sensorial que no podría revivir fuera de la sala de exhibición.
En un mundo creado, los museógrafos tienen carta blanca para establecer las reglas y lógica que quieran proyectar, en tanto la creatividad y la tecnología se los permita. Por ejemplo, un mundo creado que busque dar una experiencia de gravedad cero a sus visitantes requeriría un componente robusto de realidad virtual.
Réplica fiel + mundo creado
El último tipo de museografía inmersiva es una combinación de los dos anteriores y tiene como objetivo ayudar al usuario a crear una interpretación específica a través de metáforas o analogías. Esta combinación de métodos es especialmente útil si el mundo que se quiere representar no puede experimentarse a escala humana.
Por ejemplo, si queremos hablar del nacimiento del Sistema Solar en una experiencia inmersiva, es necesario ajustar la escala de los objetos a una que los visitantes puedan entender. Y ni qué decir de las condiciones atmosféricas, las cuales tampoco pueden representarse de manera fiel (a menos que queramos matar a nuestros visitantes por la falta de oxígeno y gravedad). En este caso pudiera ser necesario un componente de realidad virtual, iluminación o quizá el uso de un planetario para lograr que el visitante pueda sentirse “dentro” del espectáculo.
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